El sueño de nuestra inocente infancia era crecer. Pero, ¿era realmente nuestro sueño crecer? ¿Para qué queríamos crecer? Buscábamos una libertad de lo que en nuestras mentes infantiles, resultaba como una suerte de opresión: el cuidado de nuestros padres. Crecer y ser libre. Cuando sea grande quiero ser... ¿Qué queríamos ser realmente? ¿Cuántos miramos hacia atrás, a ese niño que una vez fuimos, y podemos decirle, me convertí en lo que soñaste? ¿Es realmente una utopía ese sueño de libertad?

Crecer para ser grandes... o crecer para ser libres. 

Ahora que somos grandes, ¿somos libres?

Trabajar para tener dinero, tener dinero para ser libres, pagar por la libertad. ¿Qué tan libre somos? ¿Qué es lo más preciado? La vida, la libertad, la paz, ¿el amor? 

El Amor. ¿Es acaso algo tan utópico como la libertad? ¿Existe realmente o es una leyenda urbana? ¿Existió alguna vez? ¿Cómo se prueba el amor? ¿Cómo se prueba la libertad si nadie esta exento de las ataduras y limitaciones de una sociedad? ¿Es realmente el capitalismo el problema? ¿El materialismo? ¿Nuestra moral? 

Las leyes. ¿Qué son las leyes?  Un sistema diseñado para contener nuestros más bajos instintos, ponerle un alto a nuestra moralidad corruptible. No existe tal libertad. Somos presos de nuestras leyes, del capitalismo, de las máquinas. Somos prisioneros de nuestra propia realidad, del destino que forjamos, del laberinto en que nos introducimos, del enredado camino que elegimos seguir. 

He llegado a un punto de mi laberinto con varias opciones que seguir, y ninguna me parece agradable. ¿Cuál es mi destino? ¿Se elige el destino? Tentar mi suerte. ¿Cuál camino seguir? No quiero continuar estancada en este cruce de caminos, sin saber cual seguir. Pero tengo miedo de elegir el incorrecto, saber que no hay vuelta atrás. Quiero mi libertad, pero necesito encontrar el camino correcto que pueda permitirme pagar por ella. 

Dejar. Seguir. Cambiar. 

Me siento inestable. El suelo tiembla bajo mis pies, apurándome a tomar una decisión. La cuenta regresiva se acerca, y yo todavía sigo sin saber que hacer. A veces quiero dormir para siempre, para escapar de esta difícil decisión. Pero escapar, no es la solución. Sentarme, acurrucarme y negarme a ver la realidad que me pasa por encima; es una forma de estancarme. Seguir en el lugar, y perder el mundo de oportunidades que tengo por delante. ¿Pero cuáles son esas oportunidades? ¿Cómo hicieron para encontrar sus lugares los demás? ¿Soy la única que mira hacia atrás y piensa que ha elegido el camino equivocado? Deseo desandar mis pasos, volver a comenzar, pero la vida sigue y no hay vuelta atrás, solo queda cambiar. Buscar y buscar esa libertad para que mi alma este en paz.

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